Editorial

Acciones y no palabras

Durante los últimos tiempos, los ciudadanos argentinos sufren la acción indiscriminada de una delincuencia cada día más agresiva y audaz. En cada uno de esos hechos, queda demostrado la ausencia absoluta del respeto por la vida humana y al mismo tiempo, la presencia de autores con frondosos prontuarios. Muchos de ellos deberían estar purgando sus condenas, pero, sin embargo, están libres, circulan armados y actúan cada día con una falta de respeto absoluto hacia la Justicia argentina.

La familia de las fuerzas de seguridad y policiales sufren todos los días sus ataques, con distintas y graves consecuencias. La formación de sus integrantes y la legislación vigente, está orientada a preservar la vida de los delincuentes, brindándoles de esa forma una valiosa iniciativa. Ningún efectivo de las fuerzas de seguridad o policial, tomará jamás la decisión de hacer Justicia por sus propias manos y sabe que su misión es hacer cesar el delito, reducir a los autores, recolectar las pruebas y llevarlos ante la Justicia para que sean juzgados y condenados.

Sin embargo, quienes tienen el poder de decisión para actuar eficientemente, parecen no tomar conciencia de la gravedad de la situación. Predicamos la protección de los Derechos Humanos, pero todos los días sepultamos ciudadanos argentinos, sean de las fuerzas de seguridad o policiales ó inocentes víctimas de esa violencia y a los propios delincuentes. Los argentinos necesitamos acciones concretar para reducir la acción delictiva, disuadir a quienes tomaron ese camino como forma de vida, penalizar la tenencia ilegal de armas (que es la prueba concretar de una intención de asesinar) y planificar una política de prevención efectiva y coordinada, digna de un país serio y organizado como lo es la República Argentina.

La lucha contra la inseguridad es una tarea conjunta entre todos los organismos del Estado. Justicia, Educación, Salud, Trabajo, Deportes, Bienestar Social y otras tantas áreas son parte de este proceso. La acción de las fuerzas de seguridad o policiales es el último eslabón de esta cadena y cuando ellos actúan (en otra forma que no sea la prevención), significa que todos los otros organismos fracasaron en su gestión.

En síntesis, necesitamos hechos y no palabras.

El Editor

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