Ante tu Tumba
Hoy, ante tu tumba, me sentí completa,
Se acabó la brecha que había entre los dos,
Ya no hay más distancias, pude presentirlo,
Hoy, te sentí cerca, aunque estés con Dios.
No estaremos lejos, ni habrás de estar solo,
Ya no tendrás frío, cada anochecer,
Te dejé mis besos, mi voz y mi llanto,
Y el calor que siempre, para ti guardé.
No hay nada que venza, el amor de madre,
Vos no regresaste y hoy, te vine a ver,
No estaba segura que habrías de escucharme,
En todo este tiempo, que por ti recé.
Aunque no te vea, siento tu presencia,
Mi instinto de madre, me lleva a pensar,
Que recién ahora, que llego a tu tumba,
Tu alma en el cielo, hallará la paz.
Sé que hoy que estas lejos, allá entre las nubes,
Guiarás mis pasos, desde ese lugar,
Para que mi alma, encuentre a la tuya,
Cuando también parta, hacia el más allá.
Dios, siempre piadoso, con los que sufrimos,
Ha calmado el viento y nos acercó,
Un sol bondadoso, para que sus rayos,
Alivien la pena, con luz y calor.
En treinta y seis años que vivo tu ausencia,
El paso del tiempo, jamás opacó,
Este amor inmenso que tuve y que tengo,
Como el primer día, aún te amo hoy.
Recé tanto tiempo y lloré tantas penas,
En tu larga ausencia, nunca tuve paz,
Pero muy adentro, tenía la esperanza,
De que este gran día, habría de llegar.
Te tuve conmigo, unos pocos años,
Tu ausencia duplica, al doble tu edad,
De haberte tenido, tal vez, hoy serías,
Como prometías, un hombre ejemplar.
El tiempo es tirano, para los reencuentros,
Y pasó y es hora y, me debo marchar,
Descansa hijo mío, ya no estarás solo,
Ya no siento pena, te pude encontrar,
Hoy, sobre esta tumba, te dejo mi alma,
Cuando también parta, la vendré a buscar.
ARMANDO R. ANTÚNEZ