“Les quiero decir a mis camaradas que no todo está perdido en la vida”, dice el joven Suboficial que en abril del año 2018 estuvo al borde de la muerte. Su historia de vida es un ejemplo y fue reproducida en esta nota del Diario misionero «El Territorio».
Por Jorge Posdeley
fojacero@elterritorio.com.ar
El 23 de abril del año pasado las noticias que llegaban desde Buenos Aires no eran para nada alentadoras e involucraban a uno de los tantos misioneros que forman parten de las distintas fuerzas federales a lo largo y ancho de la Argentina.
Es que para muchos resulta inevitable. Cuando algún uniformado resulta herido en algún punto del país muchas familias misioneras se preocupan por aquellos hijos, hermanos o sobrinos que se desempeñan en destinos alejados a su provincia natal.
Así fue la situación del gendarme Hugo Orlando Mereles (34), oriundo de Colonia Mado, pero que desde 2008 trabajaba para el Escuadrón 5 Moreno en provincia de Buenos Aires, donde durante esa siesta de abril de 2019 resultó herido de dos balazos en la cabeza al intervenir en la persecución de un grupo de asaltantes.
“Miré las noticias y vi la foto de mi hijo, no podía creer. Ahí llamé al escuadrón donde él trabaja y me asistieron totalmente”, recordó en su momento Arturo, el padre de Mereles, al dialogar con este matutino y contar la forma en la que se enteró de lo sucedido con su hijo.
A partir de ese momento, todo Misiones siguió atentamente la evolución del gendarme herido. Los partes médicos difundidos durante esos primeros días de internación no eran nada alentadores, pero al cabo de un mes Mereles ya experimentaba una evolución milagrosa para muchos.
Las lesiones provocaron daños neuronales que derivaron en secuelas que afectan el habla y la movilidad, pero Mereles desde el principio dio muestras de luchar ante toda adversidad.
Segunda oportunidad
Ahora, a casi un año y medio del hecho, el gendarme dialogó con El Territorio, instancia en la cual se mostró alegre, esperanzado y también agradecido por todo el acompañamiento que asegura haber recibido desde el primer día de internación.
“Estoy espectacular. Verdaderamente estoy pasando una etapa de mi vida maravillosa. Estoy con la rehabilitación a full, ya puedo manejarme solo por todos lados e inclusive dejé el bastón”, fueron sus primeras palabras al charlar telefónicamente desde la localidad bonaerense de Merlo, donde reside hace aproximadamente nueve meses junto a su esposa y a su hija.
Y a continuación contó cómo es su rutina diaria. “Todos los días me levanto a las 8 de la mañana y me voy primeramente al gimnasio. Hago gimnasio dos o tres horas por día, de lunes a viernes. Después, a las 14, comienzo mi rehabilitación en el Hospital Italiano de San Justo. Ahí estoy dos horas. Salgo de ahí y me vuelvo a casa a hacer bicicleta. Mi pierna todavía está muy débil. He perdido la movilidad de medio cuerpo y cuesta recuperar eso”, repasó.
Mereles señaló que si bien tuvo una “recuperación asombrosa”, todavía tiene que hacer rehabilitación por aproximadamente dos años más y lo hará con un objetivo claro: regresar a la Gendarmería Nacional Argentina (GNA).
“Todavía me queda mucho por rehabilitar. Dos años por ahí. Y después voy a pensar bien donde me voy a instalar. Calculo que me voy a ir para Misiones. Voy a seguir por buen camino y pronto voy a estar conduciendo un móvil de Gendarmería que es lo que más amo. No he perdido las ganas de regresar a la Gendarmería en ningún momento”, expresó.
El hombre considera que la vida le dio una segunda oportunidad y ante ello agradece a Dios y a su familia, pero no olvida a todo el pueblo misionero que durante su internación estuvo pendiente de su evolución.
“Todo Misiones estuvo pendiente de mi evolución, hasta ahora me siguen brindando cariño. Eso ayudó mucho. De parte de mi pueblo, que es Colonia Mado, he recibido un montón de halagos e inclusive la primera vez que fui a Misiones recibí un reconocimiento del Escuadrón 10 de GNA”.
Para Mereles la GNA es todo. Aseguró que desde chiquito quiso integrar las filas de dicha fuerza federal y aprovechó el momento para agradecer la asistencia recibida, pero también para dar un mensaje: “En la Gendarmería nunca me dejaron de lado, estuvieron en los buenos y en los malos momentos. Les quiero decir a mis camaradas que no todo en la vida está perdido”.
Respecto al hecho, en tanto, recordó que “el que me disparó a mi está muerto y otro fue agarrado en ese mismo momento en que yo estaba caído y dado por muerto. Dos escaparon, pero hace exactamente cinco meses agarraron a uno más de los malhechores. Falta sólo uno que todavía no fue agarrado”.
Por último, en cuánto a lo que espera para los implicados en el hecho que cambió su vida por completo Mereles volvió a mostrar su esencia y dejó un testimonio completamente alejado de la venganza o el odio. “Dios dirá. Yo no le deseo el mal a nadie. Yo soy un gendarme de élite. A ellos les diría que los perdono. He hecho todo por mi trabajo, amo la Gendarmería. Yo sé que acá en Buenos Aires no es como en las provincias del interior, acá si no tenés pan no comés y yo sabía que tarde o temprano iba a suceder algo así. Estaba expuesto, todos estábamos expuestos por nuestro trabajo”, culminó.
Robo, persecución y balacera
Mereles nació y se crió en Colonia Mado, donde incluso fue reconocido como ciudadano ilustre. Integra las filas de la GNA hace 14 años y desde el 2008 formaba parte del Escuadrón 5 Moreno. Justamente, fue en el barrio San José de esa localidad bonaerense donde enfrentó el peor momento de su vida. El cruce con los piratas del asfalto se produjo el 23 de abril a la siesta, sobre la calle España. Hasta ese lugar llegaron los gendarmes tras una denuncia que alertó que un repartidor de bebidas estaba siendo asaltado por tres delincuentes armados que iban en una Renault Kangoo. El personal corroboró lo que sucedía y dio la voz de alto, momento en que los asaltantes se fugaron, dando paso a una persecución hasta que abandonaron la Kangoo e intentaron huir a pie. A los pocos minutos cayó el primero: Oscar Raúl Tosi (45), con varios antecedentes por robo. Un segundo delincuente ingresó por los fondos de una vivienda, seguido por Mereles, con quien entabló un enfrentamiento armado.
El misionero recibió dos balazos y quedó tendido en el lugar, mientras que su atacante intentó continuar con el escape. A 200 metros, el agresor le sustrajo a un circunstancial automovilista un auto Ford Ka, pero manteniendo un nuevo cruce con personal de apoyo que había llegado a la escena, resultando abatido dentro del habitáculo. La última novedad fue a mediados de febrero, cuando un sujeto de 36 años fue detenido por su posible vinculación con el hecho. La detención se dio tras una serie de allanamientos en los distritos de La Matanza y Tres de Febrero.
FUENTE: Diario «El Territorio»
muchas fuerzas huguito!!! siempre fuistes muy comprometido con el trabajo asignado, te recuerdo cuando trabajabamos juntos en el escuadrón núcleo «chubut», un gran abrazo y a seguir hacia el frente siempre. como buen Centinela. un abrazo y hasta siempre.