CURIOSIDADES

CORRUPCIÓN LETAL: La historia de suicidios y muertes sospechosas que conmocionaron al país

Un estremecedor cóctel de coimas, estafas, contrabando, fraudes y mafias que tiende a crecer cada día. El abogado Jorge Delhon (52), contratado por la Jefatura del Gabinete kirchnerista, ni siquiera esperó la evolución del caso ni la chance de salir indemne. El martes 14, apenas explotó el escándalo de coimas millonarias abreviado bajo el nombre de Fifagate y fue mencionado en la Corte Federal de Brooklyn por Alejandro Burzaco, se mató tirándose al paso de un tren.  Sucedió a las nueve y media de la noche en el cruce de las calles 29 de Septiembre y Oncativo, Lanús. Pero ese cuerpo destrozado y su trasfondo, la corrupción de millones de dólares disfrazada del falsamente gratuito Fútbol para Todos que pagamos todos, no fue el único suicidio por corrupción de la historia patria. Viene de lejos… Para no retroceder a los tiempos coloniales, nos atendremos al siglo XX.

LEANDRO ALEM

El primer día de julio de 1896 –día helado y lluvioso– Leandro Niceforo Alem, fundador del Partido Radical, a las nueve de la noche les dijo a sus correligionarios que salía a hacer un trámite. Hora extraña, pero no sospecharon nada. Le ordenó al cochero que lo llevara al Club del Progreso, y en el camino se mató de un tiro. Fue un suicidio por razones morales. Leandro y su sobrino Hipólito Yrigoyen estaban duramente enfrentados. El primero temía que el liderazgo del segundo llevara al partido a prácticas poco claras… Llegó a decirle «Carrerito desagradecido», e Hipólito lo acusó de «borracho y mal rodeado». Pero Leandro fue más allá: «Estas cosas –refiriéndose a una posible alianza con el mitrismo– son del estilo de un canalla. ¡El partido se romperá en mil pedazos, y los intransigentes nos iremos a la mismísima mierda!»

LISANDRO DE LA TORRE

En el polo opuesto, fue una víctima de la corrupción. Fundador en 1916 del Partido Demócrata Progresista, denunció en el Senado un escandaloso acuerdo del gobierno: la concesión del monopolio de los transportes a una corporación inglesa, con lo cual quedaba anulada la posibilidad de crear frigoríficos nacionales que compitieran con los frigoríficos extranjeros.  Dijo De la Torre: «En esas condiciones Argentina ni siquiera es un dominio británico, ya que Inglaterra no le impone a sus colonias semejantes humillaciones… No sé si después de esto podremos seguir diciendo: al gran pueblo argentino, salud». En 1935 acusó de fraude y evasión impositiva al frigorífico Anglo, y aportó pruebas. Un matón del Partido Conservador mató en el Senado a Enzo Bordabehere, que se interpuso entre el sicario y De la Torre, que renunció a su cargo.  En mediodía del 5 de enero de 1939 escribió «Estoy viejo, estoy solo, estoy enfermo», y se mató de un balazo en el corazón. La corrupción pudo más que su honradez.

VICTOR GUILLOT

Gobierno del presidente Roberto Ortiz. Plena década infame. El Estado compra unos grandes terrenos en El Palomar para ampliar las instalaciones militares. Pero el precio está sobrevaluado por los propietarios con complicidad del gobierno, que promete coimas a diputados radicales y al presidente de la Cámara de Diputados y la Comisión de Presupuesto. Uno de esos diputados era Víctor Guillot.  Se crea una Comisión Investigadora a cargo de Alfredo Palacios, que confirma todos los hechos. Víctor Guillot, abrumado por la vergüenza, se suicida el 23 de agosto de 1940. Todavía no ha cumplido 41 años. Después se sabe que aceptó el dinero por deudas contraídas a raíz de una relación amorosa. Hasta entonces había sido uno de los legisladores radicales más brillantes del país.

JUAN DUARTE

A principios de abril de 1953 –Evita había muerto un año antes, el 26 de julio–, Juan Perón denunció públicamente, por radio, que «alguien está especulando con la carne, que es el alimento esencial del pueblo argentino. Pero el culpable, aunque sea de mi propia familia, lo pagará muy caro. Irá a la cárcel mi propio padre si es ladrón». El culpable era el muy disoluto y corrupto Juan Duarte, hermano de Evita y secretario privado de Perón. Pocos días después, el 9 de abril, su mayordomo lo encontró muerto en su fastuoso departamento de la Avenida Callao. Estaba arrodillado junto a su cama, en camiseta y calzoncillos. A su izquierda, en el suelo, había un revólver Smith & Wesson calibre 38. Sobre una mesita, una carta dirigida a Perón. El caso fue cerrado como suicidio. Pero muchos lo dudaron…

RODOLFO ECHEGOYEN

Brigadier (R) y Administrador de Aduana, en 1990 investigaba delitos de contrabando de mercaderías, drogas y lavado de dinero en el aeropuerto de Ezeiza y en Edcadassa, empresa de control de depósitos fiscales atribuida el empresario Alfredo Yabrán. El 13 de diciembre de ese año apareció muerto de un balazo. Arma: pistola .38.  El cadáver lo encontró su yerno a las seis de la mañana. Hipótesis: suicidio. Unas horas antes había asistido al casamiento civil de su hijo. En la noche anterior recibió un llamado: debía reunirse con alguien… que nunca fue identificado. Meses antes de la pericia definitiva, la familia dijo que Echegoyen estaba por hablar –¿una denuncia?–, pero la bala llegó antes.  El peritaje informó que el disparo fue hecho por otra persona. ¿Suicidio o crimen? En 1995, Domingo Cavallo, ministro de Economía, acusó a Yabrán como autor intelectual. Pero la verdad sigue en las sombras.

MARIANO BENEDIT

El 25 de junio de 2015, en la Costanera Sur, cerca del astillero Tandanor, apareció muerto el asesor financiero Mariano Benedit. Lo encontró un colectivero de la Línea 4. A su lado había una pistola Bersa 9 milímetros, registrada a su nombre, y una vaina de la misma arma, hundida en la tierra. En su mano derecha había rastros de pólvora. Parecía, claramente, un suicidio. La familia confirmó que Benedit salió ese martes, al mediodía, de su departamento de Arenales al 1600, Recoleta, en su moto Honda Tornado 250, blanca, rumbo al microcentro.  A las tres de la tarde, Dolores, una de sus hermanas, sospechó que algo raro sucedía. Había quedado en encontrarse con él, pero su celular no contestaba… la Policía dijo que dos testigos aseguraron haber visto la moto cerca del lugar donde fue hallado el cuerpo, con la llave puesta y el casco sobre el asiento. Hipótesis: fu robada. Dato clave: Benedit retiró del Banco de Valores –subsuelo de la Bolsa– 150 mil dólares de la caja de seguridad de su financiera. Más tarde pasó por Puerto Madero. Y llegó el final. ¿Suicidio por deudas? ¿Por operaciones ilegales? Nunca se supo.

HORACIO PEDRO ESTRADA

Capitán de navío y represor de la ESMA imputado en el contrabando de armas, apareció muerto de un balazo en la cabeza. Lugar: su casa de Arenales 910. Hora: once de la mañana. Arma: Pistola .380 de impacto: más chica y liviana que la 9 milímetros que también tenía. En apariencia, suicidio. Pesaba sobre Estrada la acusación de supervisar con el traficante francés Jean Lasnaud los containers con las armas destinadas a Ecuador. Unos días antes fue citado por el juez Jorge Urso para declaración indagatoria, pero se negó a hablar.  El juez del caso, Facundo Cubas, no arriesgó «suicidio»: prefirió «muerte dudosa». Estrada estaba separado de su mujer. Sus dos hijos vivían en el Uruguay. En el departamento, la policía encontró, además de la .380 y la 9 milímetros, una Parabellum. La bala entró por el costado izquierdo de la nuca. Según los peritos, «un lugar no habitual». En la heladera había varias botellas de champagne. Junto al televisor, una colección de films porno. Su alias en la ESMA era «Humberto». Murió el 26 de agosto del 98. Tenía 65 años. Fue beneficiado por las leyes de Punto Final y Obediencia debida a pesar de 37 cargos entre torturas y homicidios.

JUAN ALÓS

Oficial principal de la división Drogas Peligrosas de Córdoba, el 17 de septiembre de 2013, madrugada, apareció muerto en su auto. Balazo en la cabeza. Pesaba sobre él una denuncia: presunta complicidad con narcotraficantes. Hipótesis: suicidio.  Auto y cadáver estaban cerca del Observatorio Astronómico de Bosque Alegre, a 40 kilómetros de Córdoba Capital. Un paraje desolado. El motor del auto seguía en marcha. Cerca de las manos, una carta –no se conoció el texto– y una foto de su padre, muerto hacía poco. Presunción: en la carta habría escrito estar abrumado por la investigación sobre su posible delito. Dato clave: la cúpula del área Drogas Peligrosas fue separada –temporalmente– de sus cargos. Todas las sospechas de homicidio fueron rechazadas por la justicia. Según algunos de sus compañeros, Juan Alós estaba muy deprimido por la denuncia de narcopolicía y por la reciente muerte de su padre.

JORGE SUAU

Febrero 13, año 2014. Jorge Suau, vicepresidente de la finaciera Cordubensis, caída en picada, fue encontrado muerto dentro de su Toyota Hilux. Según la investigación, murió entre los últimos minutos del 12 de febrero y los primeros del 13. Al anochecer del día anterior compró un bidón de nafta en la estación ESSO de la avenida Armada Argentina, manejó hasta un camino rural, y terminó sus días dentro del vehículo.

Extraña muerte. ¿Suicidio, suicidio inducido, homicidio? Una de las versiones –según investigación previa– dice que el móvil de ese final fue un ajuste de cuentas por la gran cantidad de dinero que desapareció… Y que lo mismo pudo sucederle a Luis de los Santos, encargado de la sucursal Rivadavia de la financiera. Ese jueves 13, después de la desaparición del presidente Eduardo Rodrigo, de los Santos declaró que estaba «harto de atajar penales» (clientes furiosos). Apenas enterado de la muerte de Suau, recibió por radio un llamado… diciéndole que se cuidara porque su vida estaba en riesgo. Y le ofreció protección… Pactaron un encuentro en una estación SHELL, casi al lado de aquella donde Suau compró el bidón. Llegaron tres hombres «pesados», contó. Lo apretaron (¿Dónde está la guita?). Pero no pasó nada…

MARCELO ARIAS

El 19 de julio de 2013, el ingeniero mendocino Marcelo Fabián Arias murió –raras circunstancias– durante un viaje de trabajo a Córdoba. Pocas horas más tarde apareció flotando, boca abajo, en el río Suquía. Muerto a golpes. Boca destrozada, nariz hinchada, los dos codos fracturados.  No fue robo: su billetera estaba intacta. Y sus dos celulares seguían sobre el asiento. Sólo faltaba un maletín con papeles… presuntamente importantes. Empresario, estaba al frente de la firma Newen S.A, con sede en Mendoza: una contratista del gobierno cordobés denunciada en 2012 por enriquecimiento ilícito. Pero al año, la justicia descartó la hipótesis de crimen mafioso, y cambió a robo o suicidio… a pesar de una línea de investigación de solidez nada descartable.  Un informe de la Policía Judicial sugiere que Arias se tiró al río para matarse, y que las heridas y los golpes atribuidos a a una feroz y mortal paliza… fueron consecuencia del choque del cuerpo contra las piedras del fondo del río. Y punto final… más allá de las muy válidas dudas.

MARCELO CATTÁNEO

Cuatro de octubre de 1998. Mañana de domingo. Lluviosa. Un pescador metido en el río hasta la cintura vio, colgado de la base de una antena a medio terminar, un cuerpo. Lo sostenía del cuello una soga de nailon. Identificado, era Marcelo Cattáneo, involucrado en el escándalo IBM–Banco Nación. El mayor pago de coimas de la historia nacional. Por lo menos hasta entonces… La causa tiene… ¡4.800 fojas! La conclusión de todas las investigaciones coincide: «No hay un solo dato concreto que conduzca a la hipótesis de homicidio». Ergo: suicidio común. ¿O suicidio instigado? Carlos Asensio, dueño de la empresa Baxxor, representante de la línea Mexicana de Aviación, declaró que faltaban allí 360 mil pesos, y que Cattáneo se los habría llevado. Tanto, que después de la muerte de Cattáneo, le reclamo ese dinero a la mujer, Silvina de la Rúa. Pero… Una pericia contable no detectó faltante alguno. Los Asensio y los Cattáneo eran amigos íntimos. Sus sus hijos, compañeros de escuela… Legalmente, Cattáneo no estaba impoluto. En 1996 fue procesado como encargado de repartir coimas. Pero la Cámara Federal levantó el cargo. Sin embargo, dos ex directores del Banco Nación —Genaro Contartese y Alfredo Aldaco— lo señalaron como el distribuidor del dinero que exigía ese fraude informático.

Marcelo era presidente de Consad, y su cuñado, Alejandro de Lellis, de CCR. Dos empresas habrían servido para camuflar esos pagos ilegales a los funcionarios del Nación que avalaron el contrato con IBM. Sin embargo, la justicia confirmó que el verdadero dueño de estas empresas era Juan Carlos Cattáneo, el hermano mayor de Marcelo y ex funcionario de Alberto Kohan en la Secretaría General de la Presidencia. A favor de la hipótesis de un suicidio inducido también hay argumentos. Marcelo tenía planeado ver a su hija jugar al hockey, viajar el lunes con su socio, y se preparaba para una gira de rugby. ¿Aceptó morir para salvar a su familia? Es posible que jamás se encienda la luz de la verdad.

ALFREDO YABRÁN

El todopoderoso que antes del crimen del reportero gráfico José Luis Cabezas le dijo a su jefe de Seguridad… «Quiero un verano sin fotógrafos», se voló la cabeza de un escopetazo su estancia San Ignacio, Entre Ríos. Fue el 20 de mayo de 1998.  Estaba acorralado. Dijo que si la policía entraba, se mataba. Pero el jefe de la División Departamental de Concepción del Uruguay, comisario principal Ceves, hizo girar el picaporte de la suite del casco… y el tiro de la escopeta 12/70 resonó con un eco interminable. Yabrán, de jogging azul, remera blanca y zapatillas grises, quedó en el piso del baño. Su cara era una masa sangrante e irreconocible.

Lo buscaban desde hacía una semana, acusado de instigar el asesinato de Cabezas: Pinamar, el 25 de enero de 1997. Según el ministro de Gobierno entrerriano, Faustino Schiavoni, el suicida dejó dos cartas en el escritorio: para sus hermanos y para su secretaria. Las teorías llovieron. Desde que el muerto no era Yabrán («Está refugiado en Siria») hasta la más creíble: amenaza de la mafia. Típica, como se ve en una de las tres películas de El Padrino. El delator debe suicidarse. A cambio, la organización cuidará de su familia por el resto de sus vidas. De lo contrario… ¡todos mueren!

¿Por qué se mató? ¿Por miedo a una dudosa condena como instigador del caso Cabezas? ¿Por el inexorable código mafioso? ¿Por temor a que una investigación sobre sus varias empresas detectara corrupción? Todas las hipótesis son válidas… o ninguna lo es. La verdad bajó a la tumba con su misterioso dueño…

FUENTE: Diario “Infobae” –Nota de Alfredo Serra

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