Semblanzas Institucionales

DALMACIA NO CONTESTA

Año más o menos 1970 en el Bajo Paraguay, verano (bueno en Formosa siempre es verano), pero estábamos en la estación, calor y lluvias.
Dalmacia era un grupo dependiente de Mojón de Fierro sobre la vieja ruta de tierra, a un costado del Riacho Monte Lindo, una zona bastante bonita por los grandes árboles y el riacho, pero muy desolada de pocos y lejanos pobladores, sobre todo en épocas que no habían clases ya que casi ningún vehículo pasaba por el lugar y los caminos con dos gotas de agua se volvían intransitables, en esa época era más fácil acceder desde el Escuadrón por la ruta asfaltada y desde allí hacer los 36 kilómetros que faltaban barreando.
Estaba a cargo del Grupo el Sargento 1ro Peyro («El Loro») y tenía cuatro integrantes más:  un Cabo de apellido Ávalos y tres gendarmes. Su misión era patrullar el lugar, las costas del riacho Monte Lindo y el rio Paraguay para evitar ingreso de contrabando o robos de ganado que luego carneado o nadando era llevado a Paraguay, una función simple, pero…. Uno sabe que a veces lo más tranquilo en unos segundos se transforma en un incendio.
Normalmente, Dalmacia se comunicaba con la Agrupación, ya que el equipo de comunicaciones del Escuadrón 15 se encontraba instalado en un solo Centro de Comunicaciones en la Agrupación, o sea que los mensajes de tráfico se derivaban al Escuadrón por estafeta. Según recuerdo, se comunicaban a la mañana y por la tarde, o sea dos enlaces diarios. Luego la radio estación de la Agrupación quedaba atenta por si alguno quería comunicarse. Se hacía economía de combustible para carga de baterías, ya que el abastecimiento de tambores o damajuanas era complicado.
Luego de un fin de semana de turnos feriados de radio, un operador al no recibir ninguna comunicación de Dalmacia, comenzó a llamar al Grupo, llamados que no eran contestados, dando la impresión que el equipo de radio del Grupo se encontraba apagado. La novedad llegó al Escuadrón entre una cosa y otra a eso de las seis de la tarde.
Allí mismo el Jefe de unidad me convocó (era el único oficial en el casino), ordenándome que por la mañana del otro día a primera hora salga con una patrulla reforzada hacia Dalmacia a ver qué ocurría. Pese a la lluvia que en ese momento era torrencial, solicité se autorice a salir por la noche, en la idea de estar en el lugar al amanecer, lo que el Jefe de Unidad vio como positivo y autorizó.
Esa misma noche preparamos la patrulla de unos 15 hombres lo que juntamos de la cuadra, el casino y alguno que vivía cerca: Como segundo de la patrulla, el Subof My Ponce,(una garantía) y pasada la medianoche en el viejo Ford de caja de madera sin carpa, salimos para hacer los casi 50 km bajo la lluvia hacia Dalmacia. El equipo impermeable las viejas capas engomadas que compartíamos entre dos y tres, resultado todos nos mojábamos.
Ponce calculó que a las seis horas tendríamos el amanecer, así que deberíamos estar cerca del Grupo un poco antes, más que nada como prevención y operar con las primeras horas de luz. Dejamos el camión unos 3 km antes para evitar el ruido y dividimos la Patrulla. Ponce se hizo cargo de la que efectuaría el apoyo y yo me adelanté con la que se acercaría la Grupo en forma directa, caminábamos en el barro casi hasta los tobillos y bajo una lluvia constante.
Con las primeras luces pude ver el Grupo perfectamente. La bandera estaba en el mástil, no había sido arriada al menos la noche antes, de la chimenea de la cocina no salía humo, que sería lo normal por la hora ya que deberían estar tomando mate, uno de los equinos estaba suelto pastando frente a la Guardia; así que bastante preocupados seguimos avanzando.
Ya cerca del grupo dividí mi patrulla. Una parte entraría por la Guardia y el resto desde las caballerizas a cargo del Sarg Pérez Juan o sea la puerta de la cocina, mientras Ponce se colocaba cerca con sus hombres. Entramos….. lo que vi al entrar a la Guardia me dejó frío: allí en el suelo estaba tirado de uniforme el Sarg 1ro Peyro en medio de un charco de vómitos. Un enfermero quedó con él y el resto seguimos hacia adentro, en el comedor caídos al suelo con las sillas, estaba un Gendarme y el Cabo Avalos, y en el dormitorio los otros dos gendarmes.
Ya reunida la patrulla, nos dimos cuenta que los cinco integrantes de Dalmacia estaban vivos, solo que como muy “borrachos”. No faltaba armamento y el Libro de Guardia estaba parado el sábado, o sea hacían un día y medio casi. Sobre borrachera, era descartable; Peyro era conocido por no tomar, además no había bebidas alcohólicas a la vista, solo en la despensa una damajuana de vino sin abrir.
Peyro reaccionó algo bajo los cuidados del enfermero, y cuando le preguntamos qué había pasado, solo nos mencionaba “la miel, la miel nos mató” recorrimos otra vez el Grupo con ese dato y en el comedor dentro de una olla habían varios trozos de panal lleno de miel pero de un tipo raro, ya que los orificios del panal eran muy pequeños.
Uno de los Suboficiales de la Patrulla, el Sarg Pérez Juan, hombre del monte y de la zona, cuando miró la miel nos explicó “esto es de la avispa chiquita la rubito, que hace sus nidos en troncos viejos, tiene una miel muy dulce, pero si están florecidos los caraguatá (cardos) es muy tóxica y no hay que comerla”
El teoría ahora se que el Rubito seria La abeja angelita (Tetragonisca angustula), también conocida como yateí o yatey.
Dejamos una dotación de seis hombres de reemplazo en Dalmacia y con lluvia en el camión sin toldo volvimos a Formosa, allí mientras se informaban las novedades, Peyro y su gente fueron internados en la enfermería, que funcionaba en el mismo Escuadrón en una casilla de madera, la miel se envió a un bioquímico que determino al otro día que tenía una muy fuerte dosis de alcaloides.
Cuando ya se recuperó Peyro, supimos el resto de la historia. Un día antes de la intoxicación, habían pasado por el Grupo tres aborígenes que querían cambiar miel por harina. Se efectuó el cambio y el sábado luego de almorzar pusieron en la mesa la miel que consumieron con galletas. Luego de comer, el Cabo Avalos se sintió muy descompuesto al igual que los Gendarmes. Unos quedaron en el comedor y el resto fue al dormitorio. Peyro, dentro del mareo, intentó llegar a la Guardia para llamar por la radio, pero hasta allí llegaban sus recuerdos. 
Si los aborígenes sabían lo que entregaban, nunca lo supimos. Si aprendimos que la miel del “rubito” no debe ser consumida cuando los caraguatas del monte están con flores.
(Colaboración del lector Emilio Caranday)

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