Impondrán el nombre de un Gendarme a la Plaza de la Comuna Rural Lago Blanco en Chubut
Se trata del fallecido Sargento Ayudante (R) Atilio B. Oliva, quien fuera Presidente de la Comuna Rural de Lago Blanco, una comunidad que hoy no alcanza los 300 habitantes.
La emocionante ceremonia tendrá lugar el 26 de setiembre y para conocer más sobre esta historia, compartimos el escrito realizado por su hijo, el Comandante Principal (R) Jorge Atilio Oliva Barros. Ilustramos la nota con distintos momentos compartidos con su padre a lo largo de su carrera.
Una emoción muy grande.
Mi padre había nacido en la calurosa provincia de La Rioja. Escapándole a la pobreza, muy joven viajó a Bs As, donde trabajó e hizo el servicio militar obligatorio. Luego se incorporó a la Gendarmería Nacional, llegando a la ventosa Patagonia donde formó un hogar, y donde, luego del retiro, se afincó para siempre.
De mirada franca, amó profundamente a la Gendarmería, fue un demócrata apasionado, una persona muy correcta, afable, servicial, buen amigo, buen padre, y con prendas sencillas, siempre vistió de manera impecable.
Ya grande, entre otras cosas, fue Presidente de la Comuna Rural de Lago Blanco, donde se brindó por entero durante 4 años, ganándose el respeto de todos.
Lago Blanco es una pequeña localidad que hoy cuenta con 281 habitantes, y que está ubicada en el sudoeste de la provincia del Chubut, casi en el límite con Santa Cruz, a 30 km del límite con Chile.
Allí abundan el frío y el viento. Las comodidades son escasas, y las distancias hacia otros centros poblados, como Río Mayo, solo son superadas atravesando más de 100 km de ruta de ripio.
Mi padre falleció a los 73 años, pero vive en el corazón de su familia, en especial de sus 4 hijos.
Es que el viejo Gendarme era muy afectuoso con todos, era un amigo de esos que nunca fallan y que ayudan siempre. Lago Blanco fue también uno de sus desvelos.
Hacen unos pocos días, mis 3 hermanos y yo recibimos una llamada telefónica de la actual Presidenta de la Comuna Rural de esa localidad, la Srta. Micaela Bilbao, quién, hacen 4 años, al resultar electa cuando contaba con tan solo 22 años de edad, se convirtió en la Intendenta más joven del país.
Su llamada era para decirnos que el 26 de septiembre próximo, en el acto por el 98 aniversario del pequeño pueblo, se inaugurará una hermosa Plaza y que, ante el pedido unánime de los antiguos pobladores, se había decidido que ese espacio público lleve el nombre de nuestro recordado padre.
La noticia trajo a nuestro presente al viejo Gendarme que extrañamos tanto, que amaba a Lago Blanco, y que es nuestro guía permanente en cuanto a valores simples como la hombría de bien, la amistad, la honestidad, el respeto y el amor a la Patria.
Por ello, la Srta. Bilbao nos invitaba a participar del descubrimiento de la placa en ese alejado y solitario rincón de nuestra Argentina.
Nuestra emoción fue muy grande, y aún está presente en nuestros corazones.
Por supuesto, en mi caso la compra del pasaje aéreo fue inmediata, y las comunicaciones con mis hermanos se centraron en hacer lo que hacía nuestro padre: ayudar, ayudar, ayudar, para que todo el acto por el aniversario del pueblo, sea un gran recuerdo para todos.
En ese marco, por pedido de mis hermanos, durante el acto seré el primero en hablar para agradecer ese gesto tan trascendente para nuestra familia.
Y entonces, ante tamaño acontecimiento, me pregunto, ¿seré el mismo de siempre? ¿Podré hablar con el aplomo y la seguridad con que Dios me iluminó en los demás actos en que participé a lo largo de mi vida?
Pase lo que pase, ya estoy pensando lo que voy a decir.
Lo que no haré, será mirar al cielo…
A veces la emoción se cuela en la vida de las personas. Eso sucede porque los sentimientos se imponen a otras circunstancias, y entonces, a veces, la voz se quiebra, pero no por tristeza, sino por orgullo, por gratitud, por felicidad.
Nuestros padres fueron grandes personas que no han sido olvidadas. Desde que partieron, y desde nuestro lugar de hijos agradecidos, son incontables los abrazos que hemos enviado al cielo. Siempre están con nosotros.
Mi padre trabajó de manera incansable para hacer de Lago Blanco un lugar digno, lleno de esperanza y de sentido de argentinidad.
Por esto último, con mis hermanos averiguamos cuánto mide el mástil de la plaza a inaugurarse, y al saber que mide 12 metros, decidimos donar a la comuna una bandera argentina de grandes dimensiones, por lo que estos días compré una hermosa enseña de 5 metros de largo por 2,60 metros de ancho.
Ese día, seguramente el viento patagónico nos ayudará a que ella se despliegue completamente, mostrando a todos, sus bellos colores, mientras, seguro, nuestros corazones acusarán el cimbronazo emocional.
Esa será otra de las miles y miles de banderas argentinas que ondean en todo el territorio nacional, en nuestros barcos, en la Antártida, y en nuestras Embajadas en el exterior del país.
También, para sumar más simbolismo a ese acto tan significativo, hice una gestión ante mi querida “Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur”, y en mi bolso ya tengo otra bandera argentina, de tamaño normal, con el dibujo de las Islas Malvinas, para ser entregada en nombre de dicha Comisión a la abanderada y escoltas de la escuelita primaria Nro. 94 “Teniente Benjamín Matienzo”, que con sus jóvenes 61 alumnos funciona en la localidad, como testimonio de nuestra esperanza y amor por Malvinas, y en homenaje a nuestros héroes y Veteranos de esa gesta.
Además, y destinada al señor Director de esa escuelita, llevaré una carta enviada por el señor Presidente del “Instituto Nacional Newberiano”, en señal de afecto y respeto para ese colegio que lleva el nombre de un pionero que, lo mismo que Jorge Newbery, hace poco más de un siglo entregó su vida al intentar cruzar el gran macizo andino en vuelo, en procura de ayudar al engrandecimiento de la aeronáutica nacional.
En mi viaje de ida, en Comodoro Rivadavia (distante a casi 400 km de Lago Blanco), se sumará un amigo de siempre, Mario Cichinelli, un viejo camarada de mi 8va Promoción del Liceo Militar “Gral. Roca”, (cuyo lema es “Hijos sois de la Patagonia, no lo echéis en el olvido”), quien, cuando lo elegí entre tantos amigos patagónicos y lo llamé para contarle de la imposición del nombre de mi padre a la plaza de Lago Blanco, con tono eufórico me respondió: “¡Pero qué buena noticia! ¡Dejaré mis obligaciones de ese día, tomaré mi camioneta, y viajaré especialmente para acompañarte en ese acto!”. Noble gesto, que mucho valoro. Otro regalo de la vida.
Para reencontrarme con mis hermanos, yo viajaré a Río Mayo en la mañana del domingo 24. El acto será el martes 26. Presiento que todos viviremos un gran momento, pero también estoy seguro que ellos y yo, luego del descubrimiento de la placa, mientras aplaudimos, con profunda emoción miraremos el cielo, donde un par de estrellas que llevan los nombres de “Ramona” y “Atilio” se harán visibles para nuestros conmovidos corazones.
Terminado el acto, mientras la Banda Militar nos regala los acordes de la “Marcha de San Lorenzo”, con amor, abrazaremos a la Srta. Micaela Bilbao y a los queridos pobladores que harán posible ese acto tan especial.
Gracias a la Virgencita por este momento tan lindo.
Gracias al Ejército Argentino, que aceptó nuestro pedido, y estará representado por la Banda Militar “Combate de San Carlos”, del Regimiento de Infantería Mecanizado 25, de Sarmiento, Chubut, Unidad Veterana de Malvinas que, con sus tambores, timbales y tambor mayor, viajará más de 200 km para dar más luz al acto.
Gracias al titular de ese glorioso Regimiento 25, y al titular del Batallón de Ingenieros 9, de Río Mayo, que, ante mis requerimientos, brindaron un apoyo concreto e inmediato.
Gracias al señor Intendente de Rio Mayo, que inmediatamente ofreció una combi para ayudar al traslado de la Banda Militar.
Gracias a mis queridos Gendarmes que desde cualquier punto del país, siempre me brindan todo su apoyo y amistad.
Gracias a nuestros amados familiares que estarán presentes, todos, algunos físicamente, otros con el corazón.
Gracias a todos quienes apoyaron a mi padre mientras estuvo al frente de esa comuna, hacen tantos años.
Gracias a mis hermanos por honrar la memoria de nuestros padres.
Gracias a nuestras familias por su amor hacia ellos.
Gracias a la Srta. Intendenta de Lago Blanco, por aceptar nuestras sugerencias y propuestas para hacer más lindo el acto.
Pero sobre todo, un GRACIAS ENORME a los antiguos pobladores de Lago Blanco, por su nobleza, y por acordarse con tanto cariño de nuestro padre, y proponer su nombre para la primera Plaza de esa sacrificada y bendita comunidad fronteriza.
Y finalmente, GRACIAS a Dios, porque con entusiasmo, juntos, podremos cantar el Himno Nacional, e izar la bandera de la Patria en un lugar tan pequeño y tan simbólico, para quienes de verdad amamos a nuestra Argentina.
En este momento de serena expectativa, con emoción y esperanza, los abrazo con mi corazón.
Jorge Atilio Oliva Barros
Comandante Principal (R) de GN.
Secretario General de la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur.
Socio fundador del Foro Argentino de Defensa.
Integrante de la Asociación Cultural Sanmartiniana “Cruz del Sur”, de Río Gallegos, Santa Cruz.