Semblanzas Institucionales

LA HISTORIA DE «JUAN EL SÁTIRO»

Mes de julio, nieve por todos lados: Con ese tiempo solo locos o Gendarmes. Una patrulla del Grupo la Unión trataba de avanzar hasta un abra pasando el paraje Contra para ver a un poblador aislado. Imposible, los caballos se enterraban hasta el pecho; al adelantarse en una picada notaron manchas muy grandes de sangre sobre la nieve. Las siguieron y en un costado encontraron tirado los restos de una guanaca, posiblemente muerta por un puma;  a su costado un chulenguito apenas nacido al que se ve la guanaca defendió con su vida. Ya muerta la madre, el guanaquito volvió a echarse contra ella para encontrar calor.

Hombres rudos, pero…. El guanaquito terminó envuelto en una manta sobre una montura. De allí al cuartel del grupo donde luego de una minuciosa planificación coincidieron que había que darle mamadera, así que marchó una botella de un litro con un dedo de guante de goma y la provisión de leche Nido y además lo colocaron en un box en la caballeriza.

Bautizado Juan, se crió allí, ya grande un año rascaba la puerta de la cocina pidiendo su mamadera. Aparte de que comía alfalfa y avena (no como la de los caballos remojada en agua, la de el en leche),  conocía a cada uno de los 10 integrantes del grupo y sabía los mimos que cada uno le hacía. Cuando visité varias veces el grupo, me sorprendió; salía a pastar acompañado de un caballo que lo adoptó y si uno estaba de civil y no de verde, se le plantaba adelante.

Así las cosas, hasta que el Juan sintió el llamado de la naturaleza. Inmenso guanaco de más de un año con unos 200 kg, resolvió que debía encontrar dama. Primero apuntó a los de verde, pero algunos cintarazos le indicaron que no sería el camino; su pobre caballo compañero seguramente aguantó hasta que con alguna patada bien puesta, le indicó que tampoco estaba de acuerdo.

Transcurría así su soledad y soltería, hasta que en pleno diciembre llegó un micro cargado de turistas alemanes. Una antigua walkiria vio al animal y casi tirándose del micro mientras su marido o quien la acompañaba filmaba, transpuso la cerca y con una manzana en la mano, se arrodilló ofreciéndosela al Juan…. Lo que allí siguió posiblemente estaría en los anales de animal sex. Hay quienes decían que el Juan si y hay quienes decían que Juan no. La walkiria con su honor maltrecho, se fue con el contingente.

De allí en más, denuncia a Parques Nacionales por la peligrosidad del animal a turistas, actuaciones, papeles y vueltas. Como el Grupo me dependía, me tocó concurrir a Parques a retirar el expediente resolutivo. Me atendió el Delegado y me explicó que por ser un parque de alto turismo y justo ese lugar la unión de los dos lagos, era el mayor atractivo se había resuelto que el animal debía ser sacrificado.

Leí el documento y luego le pregunté quién lo haría. Me dijo que nosotros o directamente los Guardaparques. Expliqué que jamás daría esa orden, ya que los Gendarmes sentían al guanaco como propio y no es bueno maltratar a los perros de los cuarteles ni a las mascotas porque la tropa no lo toma muy bien; un poco riéndose, el hombre me dijo que enviaría un vehículo con dos funcionarios a concretar el sacrifico si no nos animábamos. Ahora reí yo y le pregunté qué parque de munición llevarían… extrañado me preguntó ¿Por qué? Y expliqué que el grupo tenía 10 hombres y una autonomía de combate de unos cinco días; que fuera pensando que el tema sería muy duro ya que como dije hombres rudos cuando quieren algo, lo quieren en serio.

Jugué mi carta y me fui, dejándolo sorprendido. Llamó a mi jefe contándole el problema, mi jefe ( a quien yo ya había informado) le explicó lo mismo: que un grupo de cordillera es una tropa difícil, las órdenes y el reglamento se cumplen a morir, pero lo que es de ellos, es de ellos y no sería fácil hacerlos entender.

Con la diplomacia de “las armas” tal cual esperábamos ya que la jugamos así, el tema pasó a otras opciones y se resolvió que Fauna traslade al Juan a una reserva a unos 100 km, donde había guanacas hembras, reinsertándolo así en su medio. Partió el Juan detrás de una camioneta y hay quien dice que hasta alguna lágrima furtiva algún rudo Sargento dejó caer.

Pero allí no termina el tema. Llegó el invierno duro como siempre, un día sienten ruido en la puerta y allí estaba el Juan. Se quedaba unos días en las caballerizas, comía forraje y luego desaparecía hasta el otro invierno. Su familia seguramente de damas lo hacían irse, pero hasta que yo me fui de la zona el Grupo de cordillera «La Unión» consideraba que tenía 10 hombres, 6 caballos y un guanaco en su dotación.

Por las dudas testigos, Subof My Coracini, Sarg 1ro Lobos, Sarg Sánchez, Sarg Elio Pina, Cabo Alegre, Gend Campo, Jara y Lemos, y hasta allí llega mi memoria, dejé algunos afuera.

FUENTE: Colaboración de Emilio Caranday y Terry Bullbear

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