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UN PROBLEMA SOCIAL ACTUAL: Los «Pacientes Permanentes» que permanecen en los hospitales

Quienes desarrollan actividades laborales en las áreas de Acción Social de Instituciones, Mutuales y Hospitales, se enfrentan hoy a un inconveniente impensado en otros tiempos. Al tratar este tema no pretendemos reprochar conductas ni tampoco reclamar beneficios para un sector de por sí muy golpeado: los adultos mayores que ya no pueden valerse por sí mismo para su diaria subsistencia

La crisis económica y la carencia de lazos familiares que se han desgastado con el tiempo, pueden ser las causales de este problema. Lamentablemente, es una modalidad que se reitera en los hospitales públicos y privados del país: los pacientes que una vez curados, se niegan a recibir el alta médica por no tener adonde ir o simplemente, porque no tienen un familiar que se haga cargo de ellos.

La capacidad hospitalaria se encuentra cubierta y las camas disponibles resultan insuficientes. Por otra parte, tampoco es posible mantener un enfermo que no necesita atención médica inmediata, por el riesgo que implica infectarse con los famosos “virus hospitalarios” que podrían agravar su estado. Quienes vivieron esta experiencia, saben que la presencia de un enfermo en la casa altera el ecosistema familiar y obliga a una serie de actividades que a veces no todos están dispuestos a realizar.

El tema también tiene otras aristas, particularmente cuando el enfermo es la cabeza de familia y el soporte económico, obligando así a una redistribución de roles entre los otros miembros de la familia. En este caso, la existencia de un cuidador principal facilita enormemente el trabajo con el enfermo, pero se deben tener en cuenta dos cosas:

1) Si es un cuidador contratado por el servicio médico y Obra Social, debe contar con todos los medios que necesita.

2) Si es una persona de la familia, debe ser objeto de especial atención y tener el apoyo del resto del grupo social, para que no “se queme” en esta labor y entre en crisis, abandonando su tarea.

Los enfermos que no quieren dejar los hospitales

Un caso muy común: es hombre mayor, pero a pesar de la edad se lo ve animado conversando con la enfermera que, hace instantes, se acercó a su cama. Llegó al hospital hace dos años con una grave dolencia y ahora está sano. Sin embargo, no quiere irse a su casa. La razón es simple:  no la tiene, porque en el periodo que estuvo internado, lo perdió todo. Estos casos se repiten por decenas en los hospitales de las grandes ciudades, donde los hospitales registran un índice de ocupación de camas del 100%.

En ese contexto aparece una problemática que los funcionarios de Salud Pública definen como «casos sociales». Quizás sin carecer de recursos económicos, son mendigos, vagabundos, parias, jóvenes y viejos sin vínculos familiares ni afectivos. Ingresan como pacientes a los hospitales, con diversos cuadros de enfermedad y luego se niegan a ser dados de alta porque no tienen adonde ir.

Los problemas más comunes

Un trabajo de investigación realizado por trabajadoras sociales de diferentes hospitales municipales, pudo trazar un perfil de estos “pacientes permanentes”. Se pudo establecer que generalmente viven en la calle, de donde son levantados al momento de la internación hospitalaria, están indocumentados, lo que obstaculiza todavía más la posibilidad de gestionar algún subsidio o su ingreso a una institución de tránsito que los cobije, tienen un nivel de instrucción casi nulo y no poseen lazos familiares ni amistades. En los casos en que tienen familia, éstas se han desentendido de ellos.

Cuando llega el momento del alta médica, comienzan los problemas: el paciente no abandona el hospital porque no tiene adonde ir, ni cómo cubrir sus necesidades mínimas. El Estado, que ya se ha hecho cargo de él al brindarle atención médica gratuita, no puede volver a desampararlo nuevamente y la «estadía» en el hospital se prolonga. A las trabajadoras sociales, los recursos institucionales para su reubicación se les agotan rápidamente.

El otro grupo de “pacientes permanentes” es más cuestionado y en muchos casos, deben ser judicializados. Son los pacientes que pese a tener familias, recursos económicos (jubilados, retirados o pensionadas, ex combatientes y otros grupos similares ), no tienen parientes que se hagan cargos de ellos. A pesar de contar con coberturas de pacientes domiciliarios, servicio de visita médica diaria y equipamientos para su tratamiento, no hay familiares que quieran hacerse cargo de ellos y darles un espacio para su permanencia. “Esta muestra de la existencia de un progresivo deterioro social, económico y familiar, alcanza tanto a ancianos e indigentes como a jóvenes con diferentes adicciones, con lazos parentales completamente rotos», indica un trabajador social.

En estos casos, los servicios sociales deben detectar a parientes cercanos o lejanos del paciente abandonado y se los cita judicialmente, en especial cuando son sus apoderados o perciben los haberes de quien está internado. «Lamentablemente la ley no puede sobre los sentimientos y al poco tiempo el paciente queda otra vez abandonado, se desmejora, vuelve a internarse y el círculo se cierra», dice un funcionario de Salud.

Víctimas de la crisis económica o de la carencia de contención afectiva, estas personas solo encuentran en la posibilidad de «vivir en un hospital», una solución para sus vidas.

FUENTE: Nota de Carolina Monje (publicada en el diario “Página 12) e investigación periodística propia.

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2 comentarios

  1. Martin, podriamos pedir a traves de tu espacios, las situacion econocmica de nuestro Circulo de suboficiales, cada dias tenemos mas problemas.

    Podes citar a algun miembre de de comision directiva. Que deje algun panorama de la situacion, Y que ideas tienen para afrontar esa situacion.
    Aguardo algun comenatrios.
    saludos cordiales
    Ireneo

    1. Hola Ireneo. Oportunamente le solicité al Presidente hacerle un reportaje acá para que informe de la situación general, pero no tuve respuestas. Insistiré. Saludos

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