El Perfil de un Suboficial
El excelente relato sobre las experiencias del primer pase o cambio de destino publicado en este grupo, disparó en la mayoría de los Gendarmes una catarata de recuerdos. En mi caso particular, rescato la memoria del entonces Sargento Primero Ramón Gumercindo Acosta, en la oportunidad Encargado del Escuadrón “A” de Aspirantes en la Escuela de Suboficiales “Cabo Raúl Remberto Cuello. Para ponernos en situación, comento que soy integrante de la Promoción XXII de ese Instituto, del que egresé como Cabo del entonces Escalafón General en diciembre del año 1979.
Por decisión de la Fuerza, tres de los flamantes Cabos debían quedar a prestar servicios como Subinstructores y para ello, fuimos seleccionados cinco. Próximos al egreso y cuando ya todos teníamos el destino tentativo asignado (a mí me tocaba el Escuadrón 9 “Oberá”), una mañana en la que estábamos en las aulas en “autopreparación”, abrió la puerta el entonces 2do Cte Hugo Alberto Díaz, Jefe del Escuadrón “B” de Aspirantes y me ordenó seguirlo. Al salir vi que ya estaban con él otros dos futuros Cabos y fuimos a otras aulas a buscar a los dos candidatos restantes. Como correspondía a todo Instituto de Formación de la época, ningún Aspirante caminaba, sino que íbamos corriendo alrededor del 2do Cte Díaz, quien así nos adelantó que éramos quienes tenían el honor de haber sido seleccionados para prestar servicios en la gloriosa Escuela de Suboficiales “Cabo Raúl Remberto Cuello”.
En esa forma, llegamos hasta el despacho del Subdirector de la Escuela (a cargo de la Dirección), ante quien, formados en semicírculo, fuimos presentados. La entrevista fue corta: una vez que nos comunicó la razón de esa convocatoria y el alto honor que significaba para un Cabo recién egresado desempeñar esa función, comenzó a preguntar la situación individual de cada uno. Los dos primeros expresaron su situación familiar (sostén de familia, hijo único, etc, etc) y la entrevista se abrevió al preguntarnos a los tres restantes si éramos casados o solteros. Los tres éramos solteros y la entrevista finalizó con el característico “No se habla más. Retírense de acá”.
Volvimos a nuestras aulas, con la alegría y la gran responsabilidad que significaba ese destino. Los días pasaron, llegó la ceremonia de egreso, la fiesta y al otro día, la gran mayoría de los Oficiales y Suboficiales del Instituto salieron de licencia. Quienes prestaron servicios en Institutos saben que eso se repite cada fin de año. Algunos se iban de pase y otros debían regresar para preparar todo para recibir a los nuevos convocados a realizar el Curso del año siguiente, que normalmente se presentaban a fines del mes de enero.
Quién quedó como Encargado del Escuadrón de Aspirantes “A” era el Sargento Primero Ramón Gumercindo Acosta. Nuestra actividad estaba orientada a la preparación de los PPS para viajar a los respectivos lugares de vacaciones y nuevos destinos, hacer firmar las calificaciones y otros trámites reglamentarios.
En esa actividad participábamos los flamantes Cabos, que, si bien ascendíamos el 31 de diciembre, ya andábamos con nuestras tiras puestas. El MTO de los pases era una larga sábana y todos tenían la misma fecha de presentación en los nuevos destinos, que si mal no recuerdo era el 09FEB80. Dado que en realidad yo quedaba en el mismo destino del mismo modo que los otros dos Cabos, le pregunté al Sargento Primero Acosta qué fecha debía presentarme. Con su mezcla de humor y el entendimiento de las órdenes escritas, me dijo:
– Mire bien el radio – me dijo – Quizás yo no lo haya visto y en alguna parte diga “Excepto el Cabo Ostuvald”, pero la fecha de presentación para todos es el 09FEB80. Está claro?
Obviamente me quedó claro y no pregunté más. Salimos de licencia y todos nos fuimos a disfrutar de las vacaciones. En mi caso, di la entrada en la Unidad más cercana a mi domicilio y al finalizar mi licencia fui a dar la salida. En esa oportunidad, el Jefe de Guardia me mostró un “TP” (Mensaje de Tráfico Personal) con fecha de una semana atrás, en la que el Cabo Carlos Ernesto Giménez, un año más antiguo que yo y de prestación de servicios en la Escuela de Suboficiales, me decía que debía presentarme de inmediato al destino.
Viajé a Jesús María y al otro día me presenté en la Escuela. Yo ya sabía que prestaría servicios en el Escuadrón de Aspirantes “A”, donde ya estaban los Aspirantes del nuevo Curso. Al presentarme, fui severamente llamado la atención por el Encargado de Escuadrón, Suboficial Principal Poblete, quien me adelantó que sería sancionado por presentarme fuera de término. Le comenté que había consultado la fecha de presentación, pero el Sargento Primero Acosta estaba de Comisión con un Curso de Comandos y hasta su regreso, tenía una espada de Damocles sobre mi cabeza. Como si fuera poco, muchos de los nuevos Aspirantes eran conocidos míos y al verlos, nos saludábamos efusivamente.
Esa actitud fue observada por el nuevo Jefe de Escuadrón de Aspirantes “A”, quien aparte de llamarme la atención por mi llegada tarde, también lo hizo por la “familiaridad” que había observado en mi trato con los Aspirantes. Mi futuro inmediato parecía “muy negro”. Al otro día entré como Suboficial de Semana, con 120 duros Gendarmes de más de dos años de antigüedad (La Sección de los casados dormía afuera) y a quienes había que “disciplinar” conforme a las duras reglas del Instituto. Quienes vivieron esas épocas recordarán que el periodo de adaptación era duro y la gran mayoría pedía la separación del Curso o se iba por otras razones. Con la asistencia de otros Oficiales y Suboficiales, mi “prueba de fuego” como Suboficial de Semana fue satisfactoria y califiqué para el puesto.
Los días pasaron y finalmente, Acosta regresó ya como Sargento Ayudante porque había ascendido ese fin de año. Mi sanción seguía pendiente. Le comenté lo ocurrido y con absoluta tranquilidad, me contestó que era tal como decía yo, porque el radio tenía una fecha única y si había un error o falta, él se haría responsable. Juntos, fuimos a verlo al Encargado de Escuadrón y en se momento, también llegó el Jefe de Escuadrón. Con el MTO de los pases en la mano, se comprobó que había una fecha única de presentación y que, si bien podría tratarse de un error humano de quien confeccionó el documento, la cuestión estaba superada. Salimos de la oficina del Encargado y me dio una nueva lección:
– Acá formamos Suboficiales – me dijo Acosta – Esto es una lección que espero Ud lo haya aprendido y lo aplique hasta su retiro. Los Suboficiales tenemos que aplicar nuestras jerarquías y hacernos cargos de nuestras decisiones, sean equivocadas o no.
Así era el “día a día” del Sargento Ayudante Ramón Gumercindo Acosta, un Gendarme que enseñó y se destacó en cada puesto que ocupó hasta el mismo día de su muerte en combate en la Guerra de Malvinas.
SA (r) ANTONIO CARLOS RIOS 8172843. LINDOS RECUERDOS FUE MI SUB INSTRUCTOR EN LA ESCUELA JESUS MARIA PROM. AÑO 1971 MIS MEJORES RECUERDOS DIOS LO TENGA EN LA GLORIA AGRADECIDO POR SUS ENSEÑANZAS Y HABER COMBATIDO EN MALVINAS.