La Cocaína y las Guardias Médicas
Default humanístico. La cocaína resulta ser la caricatura de este tiempo tan presuroso e incluso le agrega más gasolina a este momento cultural. Más velocidad hacia la nada del vacío. Del vacío al vacío pero huimos que parece ser lo esencial.
La marihuana ya es un “aperitivo “inicial y, a la vez, un ritual “iniciático” en el mundo de las drogas. El “postre” en avance raudo es la cocaína. Me detengo en lo que vivo en las Guardias de emergencia. Ahí recuerdo lo que enseña el filósofo español Miro sobre los seres desvinculados y solo ligados a un estupefaciente. Es para mí terapéutico detenerme y pensar lo que vivo en ese fragor en donde la muerte convive con la locura.
Me hace bien para poder devolverles a ellos que serán los pacientes un posterior sentido a sus vidas que no pase por el consumo suicida. Todos corren en las guardias de hospitales y clínicas de emergencias en adicciones y mientras tanto exaltados algunos, dormidos otros, gritando algunos familiares mientras el dolor se va haciendo queja, la abstinencia en impotencia y el síntoma parece ser una venganza contra uno mismo o imaginariamente contra otros. Estoy ahí frente a ellos en Gradiva.
Unos quieren matar al padre por querellas familiares manejadas con sustancias y violencias pero se están matando unos con otros, otros lloran por una mujer infiel; en fin todos muestran la impotencia para conducir la propia vida sin sustancias.
Caída de la palabra. Triunfo de la omnipotencia. Es el mundo de la cocaína que hoy parece ser la droga “estrella” ya que promete aquello que la Biblia pone en boca de la Serpiente: “…seréis como Dioses”; el shock de omnipotencia y grandiosidad que sienten ante el primer contacto nasal los pone en contacto con lo que llaman el “Paraíso”. Ya somos Dioses, así constituimos nuestro propio altar, somos nuestros propios adoradores. Vamos de a poco o rápidamente llegando a nuestro “Infierno”.
La guardia que observo un jueves a la tarde entre ambulancias y sonidos quejosos es una muestra de esto en la Tierra. Ahí en la Guardia la vida se transforma en una urgencia, las demandas son imperiosas mientras el “nosotros mismos” de nuestra mismidad parecer haber “perdido por goleada” ya que no tenemos tiempo para nosotros mismos, y esta falta de tiempo resulta ser porque le tenemos, precisamente, miedo al tiempo o sea a la conciencia ya que ésta me deja solo y me obliga a pensar.
Por algo en la Biblia se manda descansar un día o sea a meditar, encontrarse con otros, contemplar. Pensar. Encuentros. Esto parece faltar hoy.
LAS DROGAS Y EL GROTESCO
La cocaína resulta ser la caricatura de este tiempo tan presuroso e incluso le agrega más gasolina a este momento cultural. Más velocidad hacia la nada del vacío. Del vacío al vacío pero huimos que parece ser lo esencial. Huir parece ser la clave cuando aprender a vivir es aprender a detenerse. Ya lo enseñaba Antonio Machado (Sevilla, 26 de julio de 1875- Colliure, 22 de febrero de 1939): ‘‘…Ni el trabajo por el trabajo, ni el juego por el juego, ni la lucha por la lucha misma; la gracia está en pararse…a contemplar, meditar’’.
Todos se pelean por el plato lleno de cocaína porque como dicen los nuevos pacientes ya no es la bolsa lo buscado sino el plato repleto de estimulantes con un buen vino blanco, cerveza o whisky más Viagra.
El ‘dealer’ es muy buscado ya que es el ‘dueño’ de las recetas de la huida y es casi el personaje central de estas historias de vacío y remordimiento posterior. Todo vale. El exceso trata de llenar el vacío que preside muchas vidas. La huida la proporciona la sustancia y el placer conseguido es solo un goce con técnicas sexuales, múltiples parejas, indistinción de sexos, e incluso ejerciciosde pederastia.
La cocaína inhibe por un momento la culpa y la responsabilidad. Pero ésta vuelve como conciencia luego con culpas y enfermedades asociadas (hipertensión, procesos cancerosos, etc.).
Para mí la Guardia es una ‘pintura caricaturesca’ de la vida que hoy vivimos. Es la escala final de un largo desencuentro de la civilización actual que tiene en grandes filósofos como Zygmun Bauman (Pozna, 19 de noviembre de 1925- Leeds, 9 de enero de 2017) uno de sus lectores centrales y que precisamente nos dice en sus lecturas sobre este tiempo: ‘‘hHy no hay solidez ni peñasco hay solo arena y viento’’.
El maestro francés Edgard Morín (París, 8 de julio de 1921), nos enseñaba que cuando los problemas de drogas son masivos se transforman en ‘políticos’ entendiendo por políticos los problemas de la ‘polis’ (en el sentido que la entendían los griegos) o sea de las ciudades. Las ciudades de hoy están llenas de problemas de drogas. Desde el adolescente hasta el jubilado, desde
el empresario hasta el ama de casa. Las drogas son el complemento mortífero para soportar lo que la maestra francesa Francois Dolto (6 de noviembre de 1908 – 25 de agosto de 1988), llamó ‘la dificultad de vivir’.
CAIDA DE UN MUNDO
Cay un mundo vertical y aparece este mundo más frágil con vínculos inexistentes o muy débiles. Es el mundo de la técnica y de los aparatos, la imagen, la publicidad, el dinero y de una ética relativista en donde el bien deja de ser un atributo colectivo basado en un deber ser y en un bien común para ser fruto de una preferencia personal. Caen transmisores de la cultura como las familias, el barrio, las instituciones de la espiritualidad y la política parece estar ligada a negocios y no al bien de todos. No se ve todavía una salida para el Hombre y su destino ya que parecería que estamos en un interregno como dice Z. Bauman en donde la incertidumbre reina.
Donde están los padres pregunto en la Guardia. Muchos me miran como diciéndome que es eso. Caída de los encuentros. De la transmisión de la Palabra y la Cultura. Sin eso ¿Qué es la vida?; así las drogas son el complemento secreto de la autodestrucción.
La crisis de la constitución de personas o sea de seres libres en contacto empático y solidario con el medio humano y sin la capacidad para estar en contacto con su si-mismo o sea con su conciencia lleva a la construcción en masa de seres anónimos y manipulables.
A. Huxley como un lector de lo que se venía lo predijo en su libro ‘Un mundo Feliz’ en donde muestra cómo se genera un ser anónimo en el mundo de la técnica y de la licuación de vínculos
humanos. Como profesionales no podemos permitir que nos transformemos en técnicos de la sepultura social y quedando nuestra actividad centrada a ser meramente toxicólogos que ‘lavan’ a pacientes casi moribundos.
Si no trabajamos para devolver un sentido a las vidas nuestra profesión entrará en el grotesco actual. Este es para mí un mandamiento ético en estos tiempos.
FUENTE: Diario La Prensa